18/11/08

“ El pintor ya no es un director que dispone el escenario, sino un caminante que se envuelve en sus pasos” ( Daniel Dezeuze)

Bueno… creo que el pintor camina, y escenifica sus pasos ;-) Esta es una pequeña planificación del viaje de este año. Le seguirá un cuaderno de ruta, y alguna que otra cartografía del recorrido.

Respecto a la estrategia elegida para el trabajo sobre modelos del natural en clase:

Las poses seguirán siendo las misma durante cuatro semanas, o sea cuatro sesiones de cuatro horas cada una.

La primera sesión será dedicada a la toma de notas, y a la puesta en marcha de un dispositivo pictórico que concretizará en las tres siguientes sesiones en un trabajo pictórico de mayores dimensiones: elección del soporte, de los materiales, la composición… Puede variar el tiempo estimado para la toma de nota y la realización del cuadro en sí, pero adaptando siempre el paso al tiempo del cual se dispone y a las restricciones y exigencias de la idea.

Este trabajo de clase será desarrollado sobre un período de cinco meses, de octubre a febrero, tras lo cual se entregaran los cuadros resultantes, así como los apuntes realizados en clase y fuera de esta.

A continuación, en vista de que me marcho para Santiago de Chile, seguiré enviando en este blog todo lo que sigua produciendo como trabajos pictóricos de modelos del natural en el período de marzo a junio.

Mi objetivo principal es llegar a establecer y dominar un tanto sea la paleta y el material, y encontrar en la composición y el tratamiento del pigmento un lenguaje pictórico válido.


En cuanto a lo que pueda aportar fuera de estas clases…

Existen ahora para mí dos terrenos de trabajo pictórico paralelos a ellas, que también ando explorando y marcando en relación a asignaturas que se imparten en la facultad, aunque lo más justo sería decir que esas asignaturas entran en excelente sintonía con el trabajo que pienso desarrollar…

Uno, el que se inscribe en el marco de la asignatura “pintura y abstracción”, y que cristalizará a finales del primer cuatrimestre en un cuaderno de campo vertido asimismo en objetos pictóricos, imagino que cuadros, aunque de momento me cosquillea la idea de otro tipo de soporte, de otras connotaciones a utilizar, designar e inventar…

El otro es un proyecto que pretendo inscribir dentro de las dos asignaturas que son “técnicas y tecnologías pictóricas” y “estrategias de la creación pictórica” y que, si todo va bien presentare en febrero del año que viene.

Ambas cosas parten de una misma preocupación de poder establecer un diálogo coherente entre la materia y la forma, entre la memoria y el tiempo, o sea, un diálogo entre la piedra y la nube. El espacio será el soporte y mediador del mismo, y por lo tanto el cuerpo articulado en el que se proyecta un discurso, y luego lo devuelve.

Pasado febrero, ya desde Santiago, imagino que surgirán nuevas preocupaciones, nuevas razones de entusiasmarse, nuevas perspectivas, así que mantendremos contacto a traves de este blog.

11/11/08


Acerca de Jeff Koons

Uno no nace artista. Uno tampoco llega a ser artista. A uno le designan, le designan y le pagan, para que cumpla su papel. Lo que uno puede hacer es pelear para que su trabajo se inserte dentro de la selección cultural del momento. No se nace profeta. A uno, le conceden el papel, le certifican profecías, pero los profetas no emergen de la nada, los profetas les ha parido su madre la Historia, y siempre terminan siendo carne de cañon para ella, por más que sepan de sus calurosas dolores intestinas, por más que sepan amarlas.

La retórica de la simulación, nueva en su momento, de la cual hecho mano Koons hasta la indigestión, se insertó en un primer momento dentro de lo que muchos teóricos han acordado en llamar la “posmodernidad fría”, que fatalmente arrancó con la naturalidad con la cual Estados Unidos respondió a la primera posmodernidad calida europea, una especie de síntesis ágil y feroz entre las burlas intelectuales de Duchamp y la creativa asepsia de Warhol, toda empapada de un posestructuralismo revisado a lo Baudrillard.

Junto a Koons, figuras como las de Barbara Kruger o Heim Steinbach empezaron entonces, para hablar de un mundo donde lo real muchas veces no era precisamente real, a crear productos artísticos depurados de todos los tópicos que rondaban tradicionalmente la obra artística, como la genialidad, la verdad o la mano del artista. El objeto artístico se convirtió así en un fetiche del merchandising cultural, sometido a la benevolencia de las galerías y el público teleguiado hacia ellas, pero triunfante en su calidad de fetiche. Hay algo sacro en el trabajo de Koons y no está solamente ligado a la calidad de los materiales elegidos que en su obra están empleados a modo de signos. Hay además de este tratamiento catártico del material una opacidad propia al lenguaje pornográfico, que contrariamente a la apertura del erotismo, que precisa de la participación de la imaginación y el deseo para actuar, se niega a la sublimación en una hermetica y muda imperativa. Como apuntaba Baudrillard, el objeto artístico es aniquilado para convertirse en algo “monstruosamente extraño y obsceno”. Monstruosamente extraño, porque no tan extraño. Es esta la inquietante extrañez descuartizada por Freud en sus ensayos sobre cuentos populares, donde el muñeco de repente cobra vida y se anima. Los signos empleados por los artistas de esa retórica de la seducción y la simulación son extraídos directamente de una cultura contemporánea caracterizada por esa hiperrealidad que intentan recrear esos artistas, empleando además técnicas mercantiles propias de ella, como en el caso de Koons que expone a menudo sus obras en vitrinas o peanas de escaparate.

Un centenar de personas trabajan a diario en el taller de Jeff Koons. Un centenar de sueldos consecuentes, o sea. Él se lo puede permitir, pero ¿no es eso acaso un desafío a las leyes tecnócratas de la necesidad, una afirmación de libertad en un mundo dominado por la geometría de la abundancia y el ahorro? Cien personas para una obra. Una obra para un solo cliente. Koons es consecuente con su medio, y todo lo barroco de su producción no reside solamente en su plástica sino en una verdadera metafisica barroca del deseo por encima de la realidad material e histórica.