29/12/08

















cuaderno de ruta.

17 de diciembre, inundacion de azul en el linoleo...

desbordes

esa luz ese color
es un espectro que la retina capta

atraviesa toda la vida
para alcanzar ese lugar donde consumirse
hacerse leyenda tornarse vision

nace un nuevo ser
la imagen es un espectro

de algo que fue
de algo que en ella perdura

fuera del lienzo los restos
abismales
de un proceso

las sobras
el burdel
los complices

el espacio del lienzo
el lienzo en el espacio

lienzo camino lienzo espacio
lienzo abismo
lienzo huella

ni abismo ni camino

solo sequelas

espectros

16/12/08


Bram Van Welde….Arte, sálvame.


"La pintura no existe", dice la voz, "sólo existen cuadros."¿Es esta la voz del pintor o la de un iniciado? ¿Puede este presentir en la obra su génesis, lo que la mantiene aquí integra?
Bram: el pintor que puede existir solo. Sin iniciados. Pero sólo pintando. Sólo moviéndose entre lo previsto, y lo no previsto. Sólo siendo esta tensión, este grito en el tumulto, y su eco: el silencio. Así es como se apacigua el tumulto, así es como se abarca.
La cosa pintada. La cosa idealmente muerta (de una muerte contemplable, que perdurara para su contemplación) que aniquila su nombre, lo que la designó como cosa, a través del brazo redemptor, del brazo criminal, del brazo enamorado. Forma en fin, abismo de formas más que formas del abismo, representación de un misterio. Mimesis eideíca. Perfecta. Mortal.
De la intensidad del mirar. Del peso del mirar. De las ojeras del mirar brotan flores invencibles, divinas, incomestibles, donde el mirar se consume.
La nieve, el sol, un dolor, una cortina. La nieve que atraviesa la cortina, el dolor que atraviesa la luz. La luz que entra por el dolor. La cortina por ella tocada.
"Bram", escribe Yves Peyré "Bram: este cuestionamiento del adentro, este inacabado del adentro este estremecer del adentro. Rostro como un paisaje, es decir tu rostro, más allá de todo rostro. Solo, de nada nada. El signo supone el signo."


José Guerrero. Los años primeros 1931-1950

Al contemplar los cuadros propuestos en esta selecta retrospectiva, especie de colosal cuaderno de viaje de este pintor cosmopolita y a la vez genuinamente granadino, donde pudimos apreciar su gradual acercamiento a la abstracción, fue imposible no concentrarse en el tratamiento siempre más exclusivo que se iba otorgando al color, como en composiciones donde el paisaje se hace mero pretexto para tratar grandes área cromáticas, siempre más puras, siempre más alejadas de su aparente primera función narrativa.
El paisaje pintado siempre es fruto de una intención, una idea formal, cívica o religiosa; en suma, es a fuerza una abstracción. Lo que en el se figura o lo que en él se abstrae al fin y al cabo quedará unido de forma carnal por la materia pictórica.
La tendencia a animar lo inerte y objetivar lo vivo, recurrente en la pintura española de bodegones y paisaje se remonta a la tradición barroca, donde la pasión por lo pormenor, lo "divino heterogéneo" toma raíces en la Contrarreforma, cuando la exaltación espiritual, para enfrentarse a la secularización y al Humanismo, fue el artífice de esa penetración de lo sobrenatural en lo cotidiano.
El paisaje, en España, no había sido una tradición pictórica de gran trascendencia y sufrió por lo tanto una politización creciente con la tensión espiritual e ideológica que articulaba esa España de "las dos Españas "a partir del siglo XIX, de la España conservadora y progresista, de la rígida y la decadente. En este país donde la secularización llegó con atraso debido a unas incansables idas y vueltas atrás, la identidad nacional siempre fue el principal problema político. Esa identidad nacional oscilaba entre una visión folklorista proveniente del exterior y otra de veta brava, de herencia goyesca, esa España negra de Unamuno.
Este carácter de tensión iba a tener ecos en la vanguardia, por ejemplo en el cubismo, un invento español casi podría decirse, donde la materia quiere ser otra cosa de lo que puede ser y donde la botella toma la dimensión de verdadera catedral de la cotidianidad.
Será en los años cincuenta donde la escuela española que ya había intentado definirse a partir del siglo XVIII iba a tener una homologación internacional, con el informalismo. No más que un perfecto equilibrio alcanzado entre un lenguaje cosmopolita, un ajuste formal a las vanguardias y un contenido específico propio, un contenido histórico excepcional.
En este sentido, la conferencia que dio Juan Antonio Ramírez en el Centro José Guerrero con motivo de esta retrospectiva y que se titulaba Entre dos mundos: expresionismo abstracto americano e informalismo español, un tema ya muy masticado al parecer se desarrolló cinéticamente a partir del concepto de tragedia. Explicó como el mito trágico proveniente de la tradición española que encontró eco en el grupo de El Paso que definió su labor como "imaginación sin límite y sentido de la realidad sin fallo", ya había sido desarrollado diez años antes y con una plástica muy similar por los primeros expresionistas abstractos en Norteamérica. A continuación señaló como este mismo concepto de tragedia desarrollado por los pintores estadounidenses e incluso gran parte de su iconografía de tipo totémica podía seguramente provenir de una remota y mítica tradición mediterránea.
Un punto que aclareció Ramírez en la conferencia fue el de que si el concepto de tragedia en Estados Unidos apareció en plena guerra fría como el primer reflejo defensivo frente al bloque comunista, ligado a una afirmación de angustia genuinamente humana, en España a cambio la tragedia era realmente de tipo histórica, había sido vivida en carne, y en su propia tierra y quizás por eso, a diferencia de los cuadros de Pollock donde el cuerpo se proyecta, pero no se implica, los cuadros del informalismo español denotan de una corporalidad opaca, vociferante. Pollock dejaba chorrear la pintura sobre el lienzo, y a través de ella proyectaba su cuerpo sobre el, pero sin tocarle. En el informalismo a cambio, el pincel, la brocha como extensión del propio cuerpo, lo implica, lo inscribe literalmente en el lienzo, y este punto quizás sea una diferencia fundamental.

7/12/08











Presentación en el catálogo "Cruce de miradas". Exposición colectiva en la Facultad de Traductores de Granada. (Junio 2008)


"Las montañas son las únicas que no se encuentran nunca"

(canto popular africano)


Esta es la historia de una pequeña Ford de unos quince años y de sus cuatro pasajeros. Rebautizada "Mobidik el tricicle" durante los 4000 kilómetros que les habrá hecho recorrer sobre carreteras andaluzas y marroquinas, de Granada al Sahara del sur, cerca de M'hamit, pasando por Marrakech, Tata, Foum Zguid,... habrá cogido el barco para cruzar este pequeño brazo de mar que separa dos continentes hechos realmente de la misma roca, y atravesado dos veces el Atlas, para volver al final por Ouarzazate, Fez y el Rif del norte marroquí.
Es una historia de asfalto, de tierra, de cielo. Una historia de mujeres y hombres, de luna, de animales, de música, de silencio, de luz. Es el diálogo entre la arena y la lluvia.

Es la historia de un encuentro, es la historia de nuestro sueño, de nuestras realidades. Es la historia de Baba, el camellero, de Saïd, el poeta, de Brahim el sabio, de Fatna, de Omar, de Jorge, Danny, Emilie y Mobidik.
Es la historia de una cámara reflex, de un carrete diapositiva pasado a papel, de una vieja historia de amor con el blanco y negro. Es la historia de un boli barato no resistente al agua, de un pincel y una tasa de café, de té con menta, o a falta de ello, de un poco de agua mezclada con ceniza de cigarrillo, o de fuego.

Esta historia es una historia de ruta. Las imágenes que de ella nacieron, y de las cuales ninguna ha experimentado algún tratamiento digital, por la voluntad de conservar su cuerpo, modelado por la luz propia a cada uno de esos instantes, quieren ser juntas un horizonte disperso para las diversas miradas que los van a construir, y un homenaje a los nómadas, del desierto, de las ciudades, de las llanuras, y de las montañas.



requiems






















marzo 2007-superposición, extrapolación de dos espacios sobre diapositivas argenticas: el de la piedra y el de la carne. La ruina de una fabrica de textiles en las afueras de Lisboa al amanecer, y un cuerpo asomado a la ventana del hostal al atardecer de este mismo dia.